sábado, 19 de septiembre de 2009

Norman Borlaug muere a los 95 años

El 12 de Septiembre pasado murió Norman Borlaug, a la venerable edad de 95 años. Este insigne científico tiene el enorme mérito de estar en el reducido grupo de personas que han salvado más vidas en la historia de la Tierra, y contribuido a elevar el nivel de vida y expectativa de vida de las personas



Junto a grandes benefactores de la humanidad como Louis Pasteur, Edward Jenner, Alexander Fleming, Jonas Salk, Albert Sabin, Thomas Midgley, y otros pocos, Norman Borlaug será recordado como la persona que más hizo en el campo de la agricultura para producir especies vegetales de mayor resistencia y rendimiento, contribuyendo a un notable aumento de la provisión de alimentos para los países más necesitados, y una reducción en los costos de producción y los precios de los mismos.Además logró la incorporación de nutrientes y vitaminas a especies que carecían de ellos como el 'arroz de oro', que tiene el potencial de impedir que un millón de niños queden ciegos cada año por deficiencia en su dieta.Los ecologistas ven que esto como un 'dramático' avance de la tecnología porque para ellos ha sido un verdadero drama el espectáculo de la desaparición del fantasma de las hambrunas y el aumento de la población mundial. Norman Borlaug ha sido el peor enemigo que el Club de Roma pudo haber imaginado. El Club de Roma ha sido y sigue siendo enemigo de los benefactores de la humanidad.
Norman Borlaug fue el padre de la "revolución verde", por sus investigaciones sobre el trigo iniciadas en la década de 1940 y sobre otras especies de granos; recibió la Medalla de la Libertad del gobierno de Estados Unidos, y en 1970 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz, merecido como muy pocas personas. Que Nobel de la Paz de Al Gore pueda ser comparado con Borlaug no sólo es ridículo sino un insulto a su memoria y a la de Alfred Nobel.En el sitio Wikipedia se puede acceder a una aceptable aunque breve biografía:
Norman Ernest Borlaug: Nacido en Cresco, Iowa, Estados Unidos, 25 de marzo de 1914 - 12 de septiembre de 2009, es considerado por muchos el padre de la agricultura moderna y de la revolución verde. Sus esfuerzos en los años 1960 para introducir las semillas híbridas a la producción agrícola en Pakistán e India evitó que millones de personas murieran de hambre. Premio Nobel de la Paz en 1970.Hijo de pequeños agricultores, cursó estudios primarios y secundarios en su pueblo, para luego ingresar en la Universidad de Minnesota, durante la Gran Depresión. Allí costeó su educación desempeñando diversos trabajos. Obtuvo su diplomatura en ciencias forestales en 1937. Continuó sus estudios en Minnesota y en 1941 obtuvo su licenciatura y en 1942 su doctorado, ambos en fitopatología, bajo la dirección del Dr. E.C. Stackman, uno de los creadores del programa cooperativo entre la Secretaría de Agicultura mexicana y la Fundación Rockefeller (la antigua Oficina de Asuntos Especiales).
En 1944, fue a trabajar a México, como fitopatólogo asociado a dicho programa. Luego en 1945, se traslada al estado mexicano de Sonora y específicamente al Valle del Yaqui, en donde estudió trigos, royas y prácticas agronómicas.En los primeros años del programa, Borlaug y sus compañeros de trabajo enfocaron sus esfuerzos en controlar las royas que de tarde en tarde destruían los trigales mexicanos. Las primeras variedades resistentes a las royas -Kentana, Yaqui, Mayo (planta)- se lanzaron en 1948. A la vez se experimentaron y difundieron nuevas prácticas agronómicas.Después de que México alcanzara la autosuficiencia en trigo, en 1956, el grupo de científicos que participó con él en Sonora obtuvo un logro de enorme de trascendencia: el desarrollo de variedades enanas de trigo, de alto rendimiento, amplia adaptación, resistentes a enfermedades y con alta calidad industrial, sembradas por primera vez en 1962. Con estas variedades, México incrementó notablemente su producción. En poco tiempo, muchos países como India, Pakistán, Turquía, Túnez, España, Argentina, China, se beneficiaron de las nuevas variedades y de la tecnología desarrollada en México.
Norman Borlaug ha ganado el Premio Nobel de la Paz, así como los reconocimientos más altos que a un civil se le puede dar en los EE. UU. Incluso ganó el reconocimiento más alto que la India le otorga a civiles que no son ciudadanos de esa nación y eso sin contar innumerables premios, medallas y honores más en todo el mundo.
Nuestro más sentido homenaje a este Grande de la Humanidad.

Por: Eduardo Ferreyra

viernes, 11 de septiembre de 2009

Los productores pueden alimentar al mundo


Mejores semillas y fertilizantes, y no mitos románticos, les permitirá lograrlo.

Por Norman Borlaug.


A principio de este mes, en L’Aquila, Italia, un poblado pequeño recientemente devastado por un terremoto, los líderes de los países que integran el G-8 prometieron entregar US$ 20.000 millones en tres años para promover la inversión agropecuaria que ayudará a los productores de escasos recursos a acceder a herramientas como mejores semillas y fertilizantes, y ayudar a las naciones pobres a alimentarse.


Para los que hemos pasado nuestras vidas trabajando en la agricultura, concentrarnos en producir alimentos en vez de regalarlos representa un avance importantísimo. Con las herramientas correctas, los productores han mostrado una asombrosa habilidad de proporcionar alimentos para sí mismos y para otras personas, y poner en marcha el motor económico que revertirá el ciclo de la pobreza crónica.


Además, escapar de la pobreza ofrece la oportunidad de lograr una mayor estabilidad política también en esos países.Pero del mismo modo en que cambió el suelo debajo de la comunidad italiana de L’Aquila, también cambió el panorama político en otras partes del mundo, impartiendo dudas infundadas sobre las herramientas agrícolas obtenidas a través de la ciencia moderna como, por ejemplo, el maíz biotecnológico en algunas regiones de Europa. Aun aquí, algunos elementos de la cultura popular romantizan los antiguos métodos ineficientes de producción y evitan los fertilizantes y pesticidas, argumentando que EEUU debería empezar a producir alimentos orgánicos únicamente. Las personas deberían poder comprar alimentos orgánicos si así lo desean y disponer de medios financieros para ello, pero no a costa del hambre del mundo (25.000 personas mueren por día como consecuencia de la desnutrición).


Lamentablemente, estas distracciones nos alejan del objetivo principal. Tengamos en cuenta que a la productividad agrícola actual le llevó 10.000 años alcanzar la producción de apenas 6.000 millones de toneladas bruto de alimentos por año. En la actualidad, casi 7.000 millones de personas consumen casi la totalidad de esa provisión en un año. Tenga en cuenta la prosperidad en crecimiento y las casi 3.000 millones de bocas nuevas que alimentar para 2050, y rápidamente verá que los cálculos más crudos sugieren que dentro de los próximas cuatro décadas, los productores de todo el mundo tendrán que duplicar su producción.Probablemente, deberán alcanzar esta proeza en superficies cada vez menores y ante las demandas ambientales que se susciten como consecuencia del cambio climático. De hecho, este mes el Comité de Oxford de Lucha contra el Hambre (Oxfam) publicó un estudio que concluye que los diferentes efectos del cambio climático podrían “revertir 50 años de trabajo para poner fin la pobreza extrema,” generando “la tragedia humana más definida de este siglo”.En este momento de necesidad crítica, el epicentro de nuestro trabajo colectivo debería centrarse en impulsar inversiones continuadas por parte de los sectores público y privado en tecnologías eficientes de producción agrícola.


Las inversiones como las anunciadas por los líderes del G-8 probablemente ayuden a facilitar el acceso a herramientas, como fertilizantes, semillas híbridas que han sido utilizados durante décadas en los países desarrollados, para los pequeños productores en lugares remotos como África, con el potencial de alcanzar un impacto notable y deliberado.Dicha inversión no continuará motivando nuevos y novedosos descubrimientos, como variedades de semillas tolerantes a la sequía, resistentes a los insectos o de mayor rendimiento que avanzan aún más rápidamente. Para lograrlo, los gobiernos deben tomar decisiones acerca del acceso a nuevas tecnologías, como el desarrollo de organismos genéticamente modificados –basados en la ciencia– y no fomentar más agendas políticas. Los mercados abiertos estimularán la inversión continuada, la innovación y los nuevos desarrollos por parte de las instituciones públicas de investigación, las compañías privadas y las sociedades públicas/privadas nuevas.Ya podemos ver el constante valor de estas inversiones simplemente observando las ganancias de productividad de doble dígito que derivan del maíz y la soja en gran parte del mundo desarrollado. En EE. UU. la productividad del maíz ha crecido más del 40% y la soja en casi el 30% desde 1987 hasta 2007, mientras que el trigo ha quedado atrás, aumentando solamente en un 19% durante el mismo período.


La falta de inversiones significativas en arroz y trigo, dos de los cultivos básicos más importantes en la producción de alimentos para una población mundial en permanente crecimiento, es desafortunada y de poca visión. Ha mantenido la productividad de estos dos cultivos básicos en casi los mismos niveles observados a fin de los años de la década de 1960 y al final de la “revolución verde”, que ayudó a México y a India a dejar de ser importadores de granos para convertirse en exportadores.Aquí también, la base parece cambiar lentamente en la dirección correcta, debido a las recientes inversiones privadas en trigo y las sociedades públicas/privadas en maíz para que África vuelva a ingresar al mercado. Estas inversiones y colaboraciones son fundamentales en nuestra búsqueda por alcanzar ganancias de productividad altamente necesarias en arroz y trigo para beneficiar a los productores de todo el mundo y, por último, a los que confiamos en ellos para producir los alimentos que consumimos todos los días.


De la historia, una cosa es cierta: la civilización tal como la conocemos no podría haber evolucionado, ni podría sobrevivir, sin un adecuado suministro de alimentos. De modo similar, la civilización que nuestros hijos, nietos y las futuras generaciones conocerán no evolucionará sin acelerar el paso de la inversión y la innovación en la producción agrícola.


Por Norman E. Borlaug, profesor de la Universidad A&M de Texas, ganador del Premio Nóbel de la Paz 1970 por su contribución en lo relacionado al suministro mundial de alimentos. Fuente: Wall Street Journal

viernes, 15 de mayo de 2009

Siembra directa, con visión holística


La siembra directa es hoy una realidad tangible en Argentina.


El desafío: extender el concepto de que no alcanza con dejar de arar para alcanzar un sistema de producción sustentable. Rotación ajustada en diversidad e intensidad, estrategias de fertilización, todo ello, acompañado por tecnologías de proceso y de producto que permitan un uso más eficiente de insumos, con un menor impacto ambiental. La siembra directa es hoy una realidad tangible en Argentina; y más de 17 millones de hectáreas así lo corroboran. Esto representa cerca del 20% de la superficie mundial bajo agricultura de conservación. Puntualmente, de las más de 90 millones de hectáreas a nivel mundial; cerca de la mitad se practican en América Latina, el 40 por ciento en los Estados Unidos y Canadá, el 10 por ciento en Australia y el resto en Europa, África y Asia. Pero las cosas no suceden porque sí. Detrás de los millones de hectáreas cubiertas con rastrojos en Argentina hay historias, pioneros y, fundamentalmente, una buena idea. La idea de sembrar sin arar, que en nuestro país fue tomando forma de innovación; y que hoy es parte de la explicación del aumento de la producción y la productividad, como así también de la menor pérdida de suelos por erosión. Sin embargo, no todo está resuelto. La producción enfrenta grandes desafíos; y si bien la siembra directa es un buen comienzo, queda mucho camino para alcanzar una verdadera producción sustentable.Si bien no hay un “dueño” de la siembra directa, se puede hablar de visionarios y pioneros que se animaron a pensar otra agricultura; desafiando al paradigma clásico basado en las labranzas. Como diría Víctor Trucco - uno de los principales referentes de este cambio - “la Siembra Directa reemplazó el paradigma reinante, proponiendo una nueva agricultura tendiente a resolver la disyuntiva entre productividad y ambiente”. La siembra directa rompe con los criterios preexistentes respecto al uso del suelo y al manejo del ambiente productivo, iniciándose una nueva era en la producción agropecuaria. Ya no se puede hablar de suelos “arables o no arables”; áreas que no eran productivas porque sus suelos no podían laborearse, hoy han demostrado serlo porque son “sembrables”. Se ha incrementado la productividad de los suelos, por mejora de la fertilidad física y química, y la más eficiente economía del agua. En adición, se ha reducido el consumo de combustibles fósiles, lo cual en un marco de menor emisión de dióxido de carbono – fruto de la ausencia de labranzas – y secuestro de carbono – en razón del aumento de materia orgánica en determinadas situaciones – contribuye a mitigar el efecto invernadero.En el contexto actual, la Siembra Directa se sitúa como una de las alternativas productivas que mejor resuelve lo que parecía imposible: alcanzar una producción económicamente rentable para las empresas, que sea a la vez ambientalmente sustentable, y socialmente aceptada. Sin embargo, sólo se accederá a todos estos beneficios siempre que se comprenda la complejidad de los agroecosistemas en los que el productor trabaja, y se respeten los tiempos de los ciclos biológicos por sobre las urgencias que exige la rentabilidad inmediata. Para ello, desde el plano estrictamente tecnológico, además de la ausencia de remoción deberá plantearse una rotación ajustada en diversidad e intensidad junto con una estrategia de fertilización que al menos reponga los nutrientes que hoy muestran respuesta, esto es, nitrógeno, fósforo y azufre. Todo ello, acompañado por tecnologías de proceso y de producto que permitan un uso más eficiente y ajustado de insumos con un menor impacto ambiental, tales como el manejo integrado de plagas, malezas y enfermedades. Sin olvidar el importante aporte que el mejoramiento genético y la biotecnología en particular operaron y seguirán operando para generar materiales con mayor potencial, nuevas características y también nuevos usos. En definitiva, el rendimiento es el resultado de la interacción entre el genotipo, aportado por empresas semilleras, y el ambiente, cuya gestión y cuidado es responsabilidad del agricultor.La no-interpretación de esta realidad y la simplificación de los sistemas biológicos así como el no-respeto de sus tiempos puede llevar a errores en la implementación. Puntualmente, en muchas ocasiones se ha pensado a la siembra directa como una tecnología que “cambia el arado por una máquina más reforzada de siembra que consigue sembrar en suelos sin labrar y donde las malezas se controlan con herbicidas”, como lo afirma Rolf Derpsch. De las 17 millones de hectáreas contabilizadas en Argentina bajo siembra directa, “alrededor de la mitad han sido cultivadas bajo una visión simplista, que la concibe como una herramienta tecnológica puntual. Pareciera ser que en buena parte de los productores está presente la idea errónea de que al “sembrar sin arar” - como única consigna - se elimina todo riesgo de deterioro o degradación, con lo cual quedan habilitados para instaurar cultivos de máximo retorno económico, consiguiendo el pasaporte de “conservacionista y empresario exitoso”, afirma categórico Jorge Romagnoli. Tal parece que las reglas del mercado imponen un comportamiento empresario en función a los resultados inmediatos, basados en la ecuación costo-beneficios y simultáneamente, alejan al productor del análisis encuadrado en la lógica de la sustentabilidad para lograr beneficios permanentes a través del tiempo. De este modo, prácticas como la rotación de cultivos, la fertilización con criterio de reposición o el manejo integrado de plagas, quedan relegadas por la imperiosa búsqueda de rentabilidad actual. En este contexto, prácticas tan habituales como los contratos de arrendamiento a un año, y con valores económicos elevados expresados en un único producto, desalientan a una mirada de mediano y largo plazo. Tal vez, parte de la explicación esté dada porque “los tiempos de los procesos biológicos -muchas veces desconocidos y otras, subestimados- son diferentes respecto de las necesidades cotidianas del hombre, que cada vez más acelerado, presiona sobre el ecosistema desplazando la banda de equilibrio a un nuevo punto, seguramente de mayor fragilidad”, remarcó Romagnoli.El próximo desafío es extender el concepto de siembra directa: no basta con dejar de arar, esto sólo es la llave de ingreso a un sistema de producción sustentable. Es necesario, también, comprender las causas y efectos de los procesos biológicos asociados a la producción agropecuaria, y actuar en consecuencia. Y la solución no pasará por establecer un esquema dirigista en el uso de la tierra, sino por que cada nodo de la red de redes del agro conozca y cuantifique las causas y consecuencias del mal uso de la tierra. En este desafío, es necesario sumar a los propietarios de la tierra, que son los que en primera instancia van a sufrir el efecto económico por la pérdida de capital. Como aporte conceptual y empírico, “desde Aapresid estamos impulsando el desarrollo de indicadores de gestión ambiental y productiva que, reunidos en un tablero de comandos, nos permitirán tomar decisiones más ajustadas”, destacó Santiago Lorenzatti. El Coordinador General de Aapresid agregó: “la propuesta consiste en ejecutar un conjunto de prácticas agrícolas que apunten a esta visión holística de la producción, dando un nuevo enfoque al concepto de buenas prácticas agrícolas”. Como aspecto adicional, en la medida en que este esquema de gestión se masifique, se podrá pensar incluso en certificar el proceso de producción de alimentos en siembra directa. Una manera “de hacer y mostrar cómo producimos alimentos, y su impacto sobre el recurso suelo”.

Florencia Sambito- Aapresid

Evolución de conceptos
Si se realiza un recorrido por la corta, pero jugosa, historia de la siembra directa en Argentina se podrá comprender la evolución de los objetivos y enfoques que el sistema fue tomando. Muchas veces, por el propio vértigo de la vida contemporánea, no se adquiere conciencia de los cambios que suceden, y pareciera que “todo sucede naturalmente”. Sin embargo, detrás de cada cambio hay una visión y una decisión que lo impulsa.En las primeras etapas de la siembra directa, las principales ventajas que se vislumbraban estaban relacionadas a la protección del suelo de los efectos erosivos, tanto del viento como del agua. Sumado a ello, el hecho de sembrar “sin mover” tenía la ventaja de facilitar las tareas operativas de la implantación de la soja de segunda sobre trigo. De a poco, algunos pioneros convencidos de que muchas de estas ventajas se potenciaban si se las utilizaba en todos los cultivos de la secuencia, se animaron a hacer experiencias en lotes de producción. Menor evaporación sumada a menores pérdidas por escorrentía, y mayor infiltración daba como resultado una mayor disponibilidad del recurso limitante: el agua. De a poco, los pisos de rinde subieron, estabilizando los niveles productivos; impacto que era más notorio en zonas sub-húmedas y de suelos sueltos. El ambiente de producción cambiaba, y ello exigía que la genética se adaptara. Las empresas proveedoras de semillas vieron su oportunidad y actuaron en consecuencia. La maquinaria era un punto clave a no descuidar. Las sembradoras no estaban diseñadas para las condiciones de siembra que exigía un suelo sin remover. Aparecieron pequeños inventos caseros, y al poco tiempo, pequeñas empresas de maquinarias nacionales, comenzaron a responder a la nueva demanda. Agronómicamente, se acrecienta la experiencia en el manejo continuo de rotaciones en SD, no sólo en esquemas agrícolas, sino también en esquemas mixtos. La estrategia de barbechos largos limpios, comienza a ser cuestionada por algunos técnicos, proponiendo analizar opciones de intensificación de la rotación, incluso con cultivos de cobertura e intercultivos. El eje agronómico, pasa de la economía del agua a la del carbono y la materia orgánica. Y todo ello sin descuidar la fertilización, punto clave del sistema para no perder fertilidad química en los suelos. Así llegamos a nuestros días, en los que a estos conceptos les sumamos el comprender la biología de suelos, y utilizar indicadores de suelo que sirvan de tableros de comandos.


Por: Florencia Sambito Fuente: http://www.concienciarural.com.ar/

Enviado por: Sandra Sanchez

domingo, 22 de marzo de 2009

La sequía se expande por el cambio climático

Especialistas de todo el mundo reunidos en Turquía preven huidas de los territorios en crisis y hasta guerras por la escasez. La agricultura es el sector con más potencial de ahorro.

Los especialistas reunidos esta semana en el V Foro Mundial del Agua, que se realiza en Estambul, enfatizaron que mientras la cantidad de personas y el nivel de vida general aumentan, las regiones de sequía se expanden como consecuencia del cambio climático, por lo cual dos tercios de la población mundial pueden tener en unos años dificultades de acceso al recurso vital.Las declaraciones fueron efectuadas con motivo de celebrarse este domingo el Día Mundial del Agua, según lo dispuesto por las Naciones Unidas desde el 22 de diciembre de 1993. "Sobre la mesa del comedor aparece un kilo de carne para el consumo; pero para su producción se necesitaron entre 6.000 y 20.000 litros de agua dulce", dice una declaración del foro del Agua. En coincidencia con este enfoque, el responsable de Tierras y Aguas de la organización alimentaria de las Naciones Unidas FAO, Jan Van Wambeke, afirmó que "una persona sólo necesita de tres litros de agua al día, pero para producir sus requerimientos alimenticios diarios, se necesitan 3 mil litros de agua".Wambeke enfatizó que la agricultura demanda el 70 % de las extracciones de agua dulce a nivel mundial, y opinó que el reto de la agricultura es producir más alimentos con menos agua. El énfasis sobre la legislación de las cuencas hidrográficas comunes entre países, que involucra áreas en las que vive un 40 % de la población mundial, es este año el motivo de la jornada, ya que de las 263 cuencas hidrográficas internacionales y sistemas acuíferos transfronterizos, 158 carecen de marco común de gestión.Existe una amenaza de "stress por el agua", de huida de los territorios en crisis y, en el peor de los casos, de guerras por los recursos en peligro de desaparición, enfatiza un documento del Foro, según consignó la agencia alemana de noticias DPA.Unos mil millones de personas no disponen en la actualidad de agua potable de una población total de 6.800 millones, que crecerán a 7 mil millones para 2012 y unos 9 mil millones en 2050, según pronósticos divulgados en el Foro Mundial del Agua. "El cambio climático se manifestará primero y, sobre todo, a través del agua, por medio de sequías, inundaciones, huracanes, deshielos o un aumento del nivel del mar", anticipó Mark Smith, experto en agua de la Unión para la Protección de la Naturaleza (UICN)."En muchas regiones la escasez de agua y la contaminación amenazan cada vez más el bienestar de las personas", opinó Smith. El secretario general del V Foro Mundial del Agua, Oktay Tabasaran, afirmó que "la agricultura tiene el mayor potencial de ahorro, ya que consume unos dos tercios del agua dulce utilizado en el mundo".Según cifras de la FAO, América Latina y el Caribe poseen el 15% de la superficie de tierras del planeta, el 10% de la población mundial y aproximadamente el 42% del agua dulce del mundo, en tanto, la región recibe el 30% de las precipitaciones a nivel mundial.El representante regional de la FAO para América Latina y el Caribe, José Graziano da Silva, consideró que "con el cambio climático, el acceso al agua puede convertirse en un desafío mayor que el acceso a la tierra para la agricultura".La FAO impulsa el uso del agua de manera eficiente a través de iniciativas como la mejora de los esquemas de riego, y la reglamentación del tratamiento de aguas servidas y contaminadas para su reutilización en la producción agrícola."Desde 1900 se perdieron la mitad de las tierras húmedas del mundo, nuestra principal fuente de agua dulce, por eso es decisivo poner fin al deterioro de los ecosistemas de tierras húmedas transfronterizas, a fin de garantizar un suministro estable de agua para el hogar, la agricultura y la industria", enfatizó da Silva.En las 263 cuencas hidrográficas transfronterizas del planeta está comprendido el territorio de 145 países, y cubren casi la mitad de la superficie terrestre de la Tierra. Los grandes depósitos de agua dulce también circulan por debajo de las fronteras en los acuíferos subterráneos transfronterizos, de los que se conocen más de 270 a nivel mundial.

http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=20634

domingo, 18 de enero de 2009

La sequía, vista por un corresponsal extranjero



Hugh Bronstein Reuters


TOSTADO (Santa Fe) -- Durante el último año, Gustavo Giailevra vio morir de sed a 425 animales --un cuarto de su capital ganadero-- y ahora es un testigo impotente de los mugidos de las vacas que claman por agua frente a los pozos secos. La Argentina es uno de los mayores proveedores mundiales de alimentos, pero la producción de carne, trigo y maíz sufre la más terrible sequía desde 1961, que también afecta al Uruguay, al Paraguay y al sur brasileño. La crisis resulta aun peor por la desaceleración de la economía mundial, que redujo la demanda de artículos agrícolas y una caída de los recursos del Estado por cobro de retenciones a las exportaciones, justo cuando los ruralistas necesitan más ayuda oficial. "La situación es terminal", aseguró Giailevra mientras observa los restos putrefactos de ganado esparcidos en su estancia de Tostado, una localidad del norte santafesino. "Estamos en las manos de Dios. Nuestras reservas de agua se terminaron", añadió. La sequía ya mató 300.000 reses en la provincia litoraleña, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y causó pérdidas por U$S 600 millones en el corazón agrícola del país. Las autoridades buscan soluciones al problema, pero para los atribulados chacareros sus respuestas no son suficientes. El desastre climático reflotó las tensiones entre el gobierno nacional y el campo que, hace menos de un año, se enfrentaron por un proyecto para subir los impuestos a la exportación de granos, luego descartado por el Congreso. Como respuesta a la sequía y a la crisis económica global, Cristina Fernández anunció recortes en los impuestos a la exportación de trigo, maíz, vegetales y frutas. También lanzó un plan de créditos subsidiados para la compra de maquinaria y prometió contener los precios de fertilizantes y pesticidas. "Hemos tomado medidas y estamos trabajando para Santa Fe y Chaco", dijo el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, que recordó los millones de dólares invertidos en vacunas gratuitas para los rodeos. De acuerdo a algunos trascendidos, el gobierno podría volcar de U$S 170 a 280 millones en ayuda al sector. Giailevra, sin embargo, afirma que los chacareros no quieren subsidios sino la construcción de un sistema de riego que permita usar el agua de los ríos cercanos. "Ves sufrir a los animales, ves desaparecer el capital que construiste a lo largo de tu vida y ves a tus hijos irse de casa porque no podés mantenerlos", ilustró. Aunque no se difundieron estadísticas nacionales sobre los daños causados por la sequía, la secretaría de Agricultura recortó su estimación de la actual cosecha de trigo --recién concluida--, a nueve millones de toneladas frente a los 16,3 millones del ciclo previo. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) también ajustó su proyección sobre el maíz. Igualmente, los precios internacionales de ambos cultivos se mantuvieron en niveles bajos mientras la recesión global empeora, haciendo mermar más la demanda. La sequía, no obstante, hizo surgir preocupaciones acerca de los suministros de soja y maíz, algo que recientemente impulsó sus valores en los mercados globales. El encargado de otra estancia cercana a Tostado, Lázaro Monges, ya perdió 350 cabezas de ganado en ocho meses --dejándolo con cerca de 2.500 ejemplares-- y dice que los suministros de agua apenas durarán algunos días más. "Habrá, seguramente, más muertes", vaticinó, bajo un sombrero de gaucho que lo protegía del sol. Aunque para este fin de semana se aguardan lluvias dispersas, no alcanzarán para las amplias necesidades insatisfechas. "Estamos lejos de poder siquiera avizorar una mejora contundente", sentenció el meteorólogo Germán Heinzenknecht, analista de la Consultora de Climatología Aplicada.