domingo, 18 de enero de 2009

La sequía, vista por un corresponsal extranjero



Hugh Bronstein Reuters


TOSTADO (Santa Fe) -- Durante el último año, Gustavo Giailevra vio morir de sed a 425 animales --un cuarto de su capital ganadero-- y ahora es un testigo impotente de los mugidos de las vacas que claman por agua frente a los pozos secos. La Argentina es uno de los mayores proveedores mundiales de alimentos, pero la producción de carne, trigo y maíz sufre la más terrible sequía desde 1961, que también afecta al Uruguay, al Paraguay y al sur brasileño. La crisis resulta aun peor por la desaceleración de la economía mundial, que redujo la demanda de artículos agrícolas y una caída de los recursos del Estado por cobro de retenciones a las exportaciones, justo cuando los ruralistas necesitan más ayuda oficial. "La situación es terminal", aseguró Giailevra mientras observa los restos putrefactos de ganado esparcidos en su estancia de Tostado, una localidad del norte santafesino. "Estamos en las manos de Dios. Nuestras reservas de agua se terminaron", añadió. La sequía ya mató 300.000 reses en la provincia litoraleña, según datos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), y causó pérdidas por U$S 600 millones en el corazón agrícola del país. Las autoridades buscan soluciones al problema, pero para los atribulados chacareros sus respuestas no son suficientes. El desastre climático reflotó las tensiones entre el gobierno nacional y el campo que, hace menos de un año, se enfrentaron por un proyecto para subir los impuestos a la exportación de granos, luego descartado por el Congreso. Como respuesta a la sequía y a la crisis económica global, Cristina Fernández anunció recortes en los impuestos a la exportación de trigo, maíz, vegetales y frutas. También lanzó un plan de créditos subsidiados para la compra de maquinaria y prometió contener los precios de fertilizantes y pesticidas. "Hemos tomado medidas y estamos trabajando para Santa Fe y Chaco", dijo el secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, que recordó los millones de dólares invertidos en vacunas gratuitas para los rodeos. De acuerdo a algunos trascendidos, el gobierno podría volcar de U$S 170 a 280 millones en ayuda al sector. Giailevra, sin embargo, afirma que los chacareros no quieren subsidios sino la construcción de un sistema de riego que permita usar el agua de los ríos cercanos. "Ves sufrir a los animales, ves desaparecer el capital que construiste a lo largo de tu vida y ves a tus hijos irse de casa porque no podés mantenerlos", ilustró. Aunque no se difundieron estadísticas nacionales sobre los daños causados por la sequía, la secretaría de Agricultura recortó su estimación de la actual cosecha de trigo --recién concluida--, a nueve millones de toneladas frente a los 16,3 millones del ciclo previo. El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) también ajustó su proyección sobre el maíz. Igualmente, los precios internacionales de ambos cultivos se mantuvieron en niveles bajos mientras la recesión global empeora, haciendo mermar más la demanda. La sequía, no obstante, hizo surgir preocupaciones acerca de los suministros de soja y maíz, algo que recientemente impulsó sus valores en los mercados globales. El encargado de otra estancia cercana a Tostado, Lázaro Monges, ya perdió 350 cabezas de ganado en ocho meses --dejándolo con cerca de 2.500 ejemplares-- y dice que los suministros de agua apenas durarán algunos días más. "Habrá, seguramente, más muertes", vaticinó, bajo un sombrero de gaucho que lo protegía del sol. Aunque para este fin de semana se aguardan lluvias dispersas, no alcanzarán para las amplias necesidades insatisfechas. "Estamos lejos de poder siquiera avizorar una mejora contundente", sentenció el meteorólogo Germán Heinzenknecht, analista de la Consultora de Climatología Aplicada.