sábado, 22 de noviembre de 2008

MEJORAS EN LA CADENA DE TRIGO


Profesionales bahienses y de otros lugares del país participaron de un trabajo orientado a sumar competitividad y sustentabilidad en los granos finos.


Cada día es más real el adagio que reza: "En la era de la aldea global y el conocimiento, los problemas a los que se enfrenta el hombre son cada vez más complejos y la forma más eficiente de resolverlos es mediante la construcción de redes multidisciplinarias". Así lo sostiene un grupo de investigadores de diversas instituciones de la Argentina que respondieron a una convocatoria lanzada por la Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica (ANPCyT) en el año 2006, denominada Idea Proyecto de Programa de Area Estratégica (IP-PAE). El principal objetivo de los PAE es promover la integración y el fortalecimiento del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología, a través de la interacción sinérgica de instituciones dedicadas a la producción de conocimientos. El financiamiento PAE está destinado a Proyectos en Areas Estratégicas orientados al desarrollo del conocimiento en temas prioritarios, la resolución de problemas y/o el aprovechamiento de oportunidades emergentes en los sectores de producción de bienes y prestación de servicios. En este marco, nació el proyecto denominado Herramientas de biotecnología aplicadas a sumar competitividad y sustentabilidad a la cadena de trigo, como una iniciativa de ocho grupos de investigación provenientes de Universidades Nacionales (UNS, FAUBA y UNRC), el INTA (Marcos Juárez, Castelar, Chacra Experimental Barrow), el Conicet (Cerzos e IBYF), la Asociación de Semilleros Argentinos, seis de los principales criaderos de trigo de la Argentina (Bioceres SA, Criadero Klein SA, Buck Semillas SA, Nidera SA, Asociación de Cooperativas Argentinas, Relmó SA y Asociados Don Mario SA, y la ANPCyT. Esta idea proyecto, junto con otras 21, de las casi 140 que se presentaron a la convocatoria, fue seleccionada para desarrollar un proyecto definitivo, aprobado recientemente. Es liderado por los doctores Marcelo Helguera (INTA EEA Marcos Juárez); Viviana Echenique (Cerzos-Conicet y UNS) y Gabriela Tranquilli (INTA Castelar). Su objetivo general es conformar una red nacional multidisciplinaria de capacidades en el uso de tecnologías basadas en el ADN (genómica, marcadores moleculares, transformación genética) combinadas con ecofisiología del cultivo, calidad industrial y fitopatología para incrementar la competitividad y sustentabilidad de la cadena de valor de los cereales trigo y cebada. En este sentido --explicaron--, se logró el objetivo planteado en la convocatoria, ya que se integraron varias instituciones y actores vinculados al sector productivo y se está trabajando en fortalecer estas asociaciones y obtener los resultados planteados. Las cuestiones del cultivo abordadas en este proyecto son: (1) Calidad industrial: Este aspecto es relevante para el sector industrial (molineros, industrias panadera, galletitera, fideera, maltera, etc.) y el sector exportador, ya que demandan productos con especificidades crecientes. Para el cultivo de trigo, en un contexto global, es estratégico para nuestro país diversificar y mejorar la calidad de su producción en el corto plazo, a fin de no perder competitividad en el mercado internacional frente a competidores. En la Argentina, la mayor parte del saldo exportable se comercializa como clase única, a un precio sensiblemente inferior a los trigos pan diferenciados de países competidores. La falta de segregación de la oferta de trigo afecta las exportaciones de granos y limita las posibilidades de exportar manufacturas o harinas con valor agregado por parte de la industria. Esta situación ha sido reconocida por autoridades nacionales. Y con el objetivo de aumentar la competitividad del trigo en términos de su calidad, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (Res. Nº 334/2003) creó el Programa Nacional de Calidad de Trigo, aportando un marco legal para el ordenamiento de la cadena. Ese programa constituye el paso inicial, que necesita ir acompañado por otros esfuerzos para ser exitoso, como es la propuesta desarrollada en este proyecto. En el caso de la cebada, una problemática recurrente en la calidad maltera es el brotado de grano. (2) Enfermedades, fuentes de resistencia genética: La producción nacional de trigo debe mantener un nivel que asegure las necesidades de consumo interno y no comprometa la responsabilidad del país frente a acuerdos comerciales establecidos con otros países. Las enfermedades que afectan al cultivo constituyen una de las amenazas importantes de la producción. Actualmente, muchas de las variedades que se siembran en el país son susceptibles a las principales enfermedades del cultivo, y si bien puede lograrse protección del cultivo mediante fungicidas, ésta será efectiva y económicamente viable dentro de un rango de ataque de la enfermedad, con lo cual se establece un sistema productivo vulnerable frente a eventuales epifitias. Uno de los motivos causales de esta situación es el limitado uso de fuentes efectivas de resistencia genética a patógenos por los programas de mejoramiento. Esta iniciativa propone generar herramientas para incorporar resistencia genética a la Roya de la Hoja, principal enfermedad fúngica del cultivo, y estudiar la ocurrencia y efecto de ciertas enfermedades de origen viral. (3) Mejoramiento genético, incorporación de nuevas tecnologías basadas en manipulación del ADN. Problemas como las anteriores son resueltas por mejoramiento genético y el desarrollo de variedades con "calidad integral", entendiéndose por ello la calidad industrial, sanitaria y de adaptabilidad del cultivo a las diferentes regiones. A diferencia de lo que ocurre en otros países, la Argentina muestra una proporción mayor de programas de mejoramiento en el ámbito privado, con limitadas posibilidades de adopción de nuevas tecnologías debido a la baja rentabilidad del trigo. Por otro lado --indicaron los responsables del trabajo--, se observa una integración parcial (o sectorizada) entre el sector público, donde se concentran las actividades de investigación, y el privado, demandante de nuevas tecnologías. Otro factor crítico en el mejoramiento convencional es la disponibilidad de variabilidad genética para características agronómicas de interés. Sin esta premisa cumplida, es imposible llevar adelante el mejoramiento genético. "La propuesta presentada --señalaron-- pretende capitalizar los recientes avances en el área de biología molecular y genómica de trigo y de otros cereales, como maíz, arroz, sorgo, etc. para resolver problemáticas regionales de trigo y cebada". Métodos sencillos. El objetivo final --según dijeron-- es que los mejoradores vegetales cuenten con métodos de evaluación sencillos, confiables y precisos para incorporar características de interés agronómico consideradas estratégicas para los cultivos de trigo y cebada en el país, básicamente genes de resistencia a la Roya de la Hoja (enfermedad endémica de la Argentina) y virosis genes de proteínas de reserva de grano, vinculados con la aptitud del grano para elaborar productos alimentarios diversos; por ejemplo, el pan, los bizcochuelos y las pastas y el desarrollo de un modelo de predicción de calidad maltera en cebada. Programas como el propuesto ya se han implementado exitosamente en Estados Unidos, Canadá y Australia, por lo cual sería estratégico desarrollar esta propuesta en la Argentina, comentaron. "La integración de metodologías de mejoramiento molecular y convencional es una estrategia empleada por los grandes países productores de trigo. Australia cuenta desde 1996 con un Programa de Marcadores Moleculares en el cual se han invertido aproximadamente 15 millones de dólares. Proyectos similares existen en Canadá y Estados Unidos (http://maswheat.ucdavis.edu/). Este último es liderado por el Dr. Jorge Dubcosvky (Universidad de California, Davis), investigador argentino con quien mantienen acuerdos de colaboración varios de los investigadores de este proyecto.
UN PROYECTO DE CINCO MILLONES DE PESOS
El proyecto en cuestión tiene un costo total de casi 5 millones de pesos, aportados por las instituciones participantes. Conforman esta red, además de los investigadores nombrados, los siguientes, encabezando grupos de trabajo constituidos por otros investigadores, técnicos de INTA, becarios del Conicet, de INTA, de la ANCyT, tesistas, etc: Cerzos-UNS: Dra. Alicia Carrera, Dr. Gerardo Cervigni, Dra. Ingrid Garbus, Ing. Rubén Miranda, Ing. Marta Miravalles, Ing. Pablo Roncallo, Ing. Patricia Gómez, Ing. Valeria Beaufort, Lic. Pavan Chan Akkiraju FAUBA: Dr. Roberto Benech Arnoldt, Dr. Daniel Miralles, Ing. MSc. Laura Appendino, Dra. Susana Cardone. Universidad Nacional de Rio Cuarto: Dra. Sofía Chulze, Dra. Cecilia Farnochi. IByF-FAUBA: Dr. Atilio Barneix. INTA Castelar IB: Dra. Mariana del Vas. INTA Castelar IGEAF: Ing. Antonio Díaz Paleo, Dra. Dalia Lewi, Dr. Francisco Sacco, Dra. María José Diéguez, Dra. Paula Faccio. INTA Castelar IRB: Dra. Laura Pfluger, Dra. Marcela Manifesto, MS Silvina Lewis, Lic. Marcos Bonafede, Lic. Mariana Cativelli. INTA IFFIVE Córdoba: Dra. Graciela Truol, Dra. Paola López Lambertini, Dra. Mónica Sagadín, Lic. Vanina Alemandri, Lic. María Fernanda Mattio. INTA Marcos Juárez: Ing. Jorge Nisi, Ing. Carlos Bainotti, Ing. Beatriz Formica, Lic. Leonardo Vanzetti.




miércoles, 12 de noviembre de 2008

Si hay tosca que no se note

La jornada organizada por la Regional Tres Arroyos de AAPRESID se realizó en Santa Claudia, una explotación mixta ubicada en La Sortija, en la que los Calvete desafiaron al manto de piedra y la falta de lluvias: a partir de la siembra directa y un ajustado manejo hacen varios tipos de cultivos y ganadería de cría. Los índices productivos superan holgadamente la media de la zona.

Una de las frases de cabecera de los socios de AAPRESID es: "El desafío es innovar". Y eso fue lo que hicieron los Calvete: innovar. Miembros desde 2003 de la Regional Tres Arroyos de la entidad, decidieron desafiar las limitantes de su campo, y no hay dudas de que les fue bien. La foto es el documento que lo atestigua: Daniel y Esteban (hijo y padre) revisan una avena sembrada en un lote que hace algunas campañas atrás sólo tenía destino ganadero. El secreto está en el manejo que adoptaron a partir de 2003, cuando se metieron de lleno con la siembra directa. El sistema productivo de Santa Claudia fue lo que se desnudó el jueves pasado, en la quinta edición de Un Productor en Acción, la jornada a campo organizada por la Regional de AAPRESID. La radiografía del establecimiento ubicado en La Sortija resultó sumamente interesante por sus características (limitantes de zonas bajas y -sobre todo- toscas) y las mejoras productivas alcanzadas. La explotación Con un promedio de 800 milímetros anuales, considerando la serie de 1994 a 2007, en este campo toma una vital importancia el eficiente uso del agua, aspecto en el que los Calvete han venido mejorando. Justamente, esto es lo que les permitió obtener índices productivos cada vez mayores y realizar varios cultivos y rotaciones. Santa Claudia es un establecimiento mixto en el que en los últimos ciclos la superficie ganadera se ha reducido, y en la actualidad ocupa el 20% de las 700 hectáreas explotadas bajo arrendamiento. "Hablamos de un campo con zonas con diferencias de perfiles dadas por la presencia de tosca o por zonas bajas", explicó el ingeniero Guillermo Pailhé, asesor técnico de la regional local. Y agregó: "Hoy la ganadería está ubicada en la zona más baja del campo, con agropiros. Mientras que las más altas, donde está la tosca, ahora se hace agricultura continua, aunque son superficies en las que intervienen los dos sistemas, porque también hay rotación ganadera". Agricultura En lo que tiene que ver con la explotación agrícola, el trigo y la soja son los cultivos principales, aunque la producción está muy diversificada. En cultivos de invierno, además de trigo en Santa Claudia se siembra mucha avena, y eventualmente cebada. Es más, por segunda campaña consecutiva los Calvete incursionaron en la arveja, que como mayor virtud tiene que libera el lote a principios de diciembre. En lo que es gruesa, a la soja le sigue el girasol, el sorgo granífero y el maíz, estos tres últimos cultivos en una superficie minoritaria. "Si bien es cierto que ocupan pocas hectáreas, lo importante es que intervienen en la rotación, ya que el objetivo no es sólo tener rentabilidad económica sino que se está pensando en el mediano y largo plazo", comentó Pailhé. Porque en un campo ondulado como el de los Calvete es clave el manejo del balance de carbono: "Nos cuesta mucho hacer coberturas en las lomas. Una manera de lograrlas es incorporando gramíneas de verano como los sorgos y maíces", explicó el ingeniero. A eso hay que agregarle que la hacienda da una vuelta por todos los potreros, incluidas las lomas, y también juegan en contra de la cobertura. "Por eso además de soja y girasol, estamos sembrando cultivos que nos dejen mayores volúmenes de rastrojos como las gramíneas", completó. La soja de segunda merece un capítulo a parte. Comenzó a sembrarse en la campaña 2004/05 y en tres campañas tuvo resultados para todos los gustos. Los hubo de casi 1800 kilos, y también de cero. La terrible seca que padeció el campo en enero hizo que de las 300 hectáreas que se sembraron apenas pudieran cosecharse 120. Hasta 2004, todos los rastrojos de fina iban a pastoreo. Hoy la mayoría de los cultivos de invierno van seguidos de soja de segunda, y en algunos casos de algún cultivo para forraje, principalmente sorgo. "La inclusión de la soja de segunda significó un cambio muy importante en la facturación de la empresa, y resultó un muy buen complemento para el sistema productivo", aseguró Pailhé. Rendimientos A partir de la adopción de la siembra directa y de los cambios en el manejo, los Calvete han logrado mejoras en los rindes de todos los cultivos. El caso más notable se produjo en el trigo, que a partir de un mayor uso de fertilizantes fosfatados y nitrogenados, logró estabilizar su rendimiento en alrededor de los 4000 kilos. "Estamos hablando de lotes con perfiles de tosca en superficie y hasta un metro de profundidad, pero el promedio está entre los 40 ó 50 centímetros. Entonces, por el tipo de campo, estos rendimientos son valores muy importantes", mencionó el técnico. La estabilidad también le llegó a la soja, que tiene una media que supera los 2000 kilos. En girasol, el rinde promedio está cerca de los 1800 kilos, y en maíz supera los 5000. Ganadería En la actualidad, los Calvete poseen un rodeo de cría compuesto por 120 cabezas. Hace rato que se dedican únicamente al primer eslabón de la producción ganadera, porque entienden que los números de engordar sus terneros no ofrecen un resultado atractivo. A partir de la decisión de meterse de lleno en un sistema productivo en siembra directa, Esteban y Daniel se vieron obligados a realizar algunas modificaciones en el manejo. "Hubo varias zonas que no parecían agrícolas que se comenzaron a sembrar, lo que hizo que se redujera el número de vacas, que hasta 2004 venía en crecimiento", comentó el ingeniero. Está dicho, hoy los animales ocupan sólo los bajos, pero a parte del campo natural, las pasturas y los agropiros, andan en todos los potreros comiendo rastrojos. "De ese modo lo que se está logrando es que la superficie ganadera efectiva aumente: la campaña pasada fue de 169 hectáreas", indicó. Servicios El cambio no sólo se dio en el aspecto productivo, sino que también abarcó en la prestación de servicios, otra pata importante en el esquema de la empresa de Esteban y Daniel. A partir de la renovación de maquinaria y de la compra de un sistema de monitor de rendimiento, los Calvete comenzaron a ofrecer un servicio diferencial -no común en la zona- y ganar más lotes de cosecha que antes los debían compartir con otro contratista. "Las labores que hacen a terceros se componen principalmente de siembras de fina y gruesa y cosecha. En 2007 y 2008 sembraron 1000 hectáreas de fina. Y mientras que cosecharon 1000 el año pasado, a partir del cambio de maquinaria, en 2008 recolectaron 2500", comentó Pailhé. Los Calvete se animaron a innovar y dieron un importante salto. Gracias a un manejo eficiente le sacaron protagonismo a la tosca y lograron índices productivos que están muy por encima de la media de la zona donde está ubicada Santa Claudia. El desafío ahora es seguir innovando. Y en eso están. Fue negocio, ¿lo será? En el contexto de la campaña pasada, el análisis económico del maíz sembrado en densidad variable en Santa Claudia arrojó un resultado positivo. Aunque, con el escenario actual, el panorama no pinta bien para el cultivo en un campo con ese potencial. Pero veamos. "Los costos directos que nos demandó el maíz fue de 17 dólares por hectárea. Pero al hacer los números nos encontramos con una sorpresa: el ahorro de semilla, que nosotros no lo tomábamos como una razón prioritaria para hacer manejo por ambientes. El tema es que en esta superficie con esta proporción de suelos somero, el ahorro resultó del 18%, que es bastante. Conclusión, la diferencia nos da unos 10 dólares de costo final", explicó el ingeniero Martín Christensen. Tomando un valor de alquiler de 160 dólares, más una aplicación fosfatada normal y la salvedad que no se aplicó nitrógeno -el lote primero se heló y después sufrió una seca terrible-, y con un precio de venta de 135 dólares libre de gastos de comercialización, el rendimiento de indiferencia dio 3200 kilos. Teniendo en cuenta que se cosecharon 4090 kilos de promedio, el lote arrojó un margen de más de 100 dólares. "Cuando uno habla de potenciales altos, ahorrar semilla no lo tiene en cuenta, pero ante potenciales de rinde y de ingresos bajos, el impacto en el margen es grande. Hay que tener en cuenta que esto se hace para saber si con 4000 ó 5000 kilos de rendimiento conviene o no hacer maíz", comentó Guillermo Pailhé. Pero el panorama pinta distinto para este ciclo. Aplicar la misma tecnología, tomando un arrendamiento más bajo (120 dólares) y con la aplicación de nitrógeno que se hubiera realizado, el rinde de indiferencia (a precio de una semana atrás) es de 6000 kilos. "Lo que estamos discutiendo es el precio de indiferencia: si nuestro potencial de rendimiento a nivel lote es de 6000 kilos, ¿a cuánto tiene que estar el maíz para que me den los números? Vimos que no menos de 110 ó 115 dólares...", analizó Pailhé. Y agregó: "Pero son decisiones que hay que evaluarlas en el corto, y también en el largo plazo. En el corto, por ahí decís no conviene hacer maíz, pero en el largo plazo este tipo de explotaciones salen favorecidas: los maíces recuperan el suelo, aportan al balance de carbono y también benefician al planteo de rotación mixta porque le vienen muy bien a la vaca de cría".

http://www.lavozdelpueblo.com.ar/diario/2008-11-12/El_Campo/34612.htm